2017-04-09

48 Horas

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Apenas 48 horas le tomó al Presidente Trump dar un viraje de 180 grados en su política hacia Siria y Rusia. En ese lapso de tiempo, Trump pasó de ser acusado de vasallo del presidente ruso Vladimir Putin a ser el presidente que amenaza arrastrar a EEUU y a la OTAN a una guerra contra Rusia y sus aliados. Trump pasó de ser voz disidente de la política exterior neocon-neolib que dominó durante las últimas décadas en el establishment de política exterior a ser sujeto de expresiones de admiración por figuras de relieve de la prensa que antes lo acusaban de conspirar con Putin y ahora lo congratulan por el ataque con misiles Tomahawks a una base área en Siria. Ejemplo, Fareed Zakaria. 48 Horas fueron suficientes, también, para colocar a Trump en el mismo bando de Hillary Clinton.

El 30 de marzo las dos principales figuras del cuerpo diplomático de EEUU declaraban oficialmente la ruptura con la política de cambio de régimen en Siria de Obama. De visita en Ankara, el Secretario de Estado, Rex W. Tillerson, decía que el destino del Presidente Assad habría de ser decidido por el pueblo sirio. Ese día también en New York, la embajadora a la ONU, Nikki Haley, anunciaba que la prioridad de EEUU no era remover a Assad sino derrotar a ISIS-Daesh. En 48 horas ¿qué pasó? ¿Qué produjo la virazón? ¿Por qué Trump decidió abandonar su base como demuestran los 48 mil comentarios en este artículo de Breitbart.

No convence la narrativa de que Trump y su equipo quedaron impresionados por el alegado ataque con gas venenoso en un poblado de la gobernación de Idlib que produjo decenas de muertos, entre ellos niños. En 2013, cuando se produjo un ataque similar en Ghoutta un suburbio de Damasco y Obama amenazó con una respuesta militar, Trump se expresó en Twitter contrario a la intervención y le recordaba a Obama que una intervención militar tenía que ser aprobada antes por el Congreso:
¿Qué sacaríamos de bombardear a Siria que no sea mayor deuda y un posible conflicto de largo plazo? Obama necesita aprobación del Congreso. 
 El Presidente necesita la aprobación del Congreso antes de atacar a Siria, ¡gran error si no lo hace!
No sirve la explicación de que Trump y su equipo hayan sucumbido al engaño de propaganda visual con fotos de niños muertos en el alegado ataque de gas venenoso en Khan Sheikhoun, Idlib. Fotos similares circularon en el 2013 tras el ataque con gas sarin a la población de Ghoutta, cuando el entonces Presidente Obama imputó responsabilidad al gobierno de Assad, también sin previa investigación. En aquella ocasión la versión oficial fue desacreditada por investigaciones posteriores. En el el record público quedó establecido que el gobierno sirio no fue responsable del ataque y que el gas sarin empleado en el ataque provenía de los almacenes de al Nusra (al Qaeda en Levante). Con este incidente de trasfondo en mente, ¿que hace que Trump dé tal viraje de posición respecto a Siria y, por extensión, hacia Rusia?

El periodista investigativo Robert Parry aporta información para esclarecer un nuevo oscuro capítulo de la política foránea de Washington. Los puntos más destacados del artículo de Parry son:
  • Mientras el secretario de Estado Tillerson alega que la evidencia del ataque químico apunta hacia Assad, Parry asegura que sus fuentes indican que un sector de inteligencia reconoce que, con mayor probabilidad, el ataque con gas venenoso es obra de grupos afiliados a al Qaeda, sea porque liberaron deliberadamente el agente químico para forzar la reacción de Trump o porque poseían contenedores de gas venenoso que se rompieron durante una ataque aéreo de rutina.
  • Existe una lucha interna por el control del Consejo de Seguridad Nacional de Casa Blanca entre neocons y nacionalistas. En este sentido el despido del Gen. Michael Flynn como asesor de seguridad nacional y la remoción de Steve Bannon del Consejo de Seguridad Nacional fueron claves para la solidificación de la influencia de los neocons en Casa Blanca. Las personalidades problemáticas de Flynn y Bannon facilitaron su despido, pero lo cierto es que los neocons deseaban su remoción. 
  • Con frecuencia la prensa presenta como adversarios al ex director de Breitbart y asesor de Trump, Steve Bannon, y a Jared Kushner, yerno y asesor principal de Trump. En cambio, una fuente de Parry alega que ambos están convencidos que Trump debe revelar la verdad sobre Siria y dar a luz el análisis de la CIA de Obama que concluyó que el ataque con gas sarin en Ghoutta en 2013 fue una operación de 'falsa bandera' que intentó arrastrar a Obama a la guerra al lado de las fuerzas rebeldes y que la conclusión de inteligencia respecto al reciente ataque en Idlib es similar.  
  • Trump decidió culpar a Assad y reaccionar militarmente contra Siria para alterar la conversación en Washington y detener la presión de los medios corporativos que desde las elecciones le acusan de ser una marioneta del presidente ruso V. Putin y de que su campaña se afilió a un esquema ruso para conseguirle la victoria electoral. De ser así, Trump ha obtenido resultados iniciales con la aprobación de neocons de relieve como los senadores John McCain y Lindsay Graham. Trump emplea la estrategia de "el rabo que menea al perro" en la que destaca su liderato decisivo en una crisis internacional creada para divertir la atención de los problemas políticos domésticos. La misma recuerda la decisión del Presidente Clinton de bombardear a Serbia en 1999 para despejar las amenazas de residenciamiento tras su escándalo sexual con la interna de Casa Blanca Monika Lewinsky.    
A diferencia de Trump, el Presidente Obama retiró, a última hora, la decisión de atacar unilateralmente a Siria, como sabemos ahora, porque su equipo de inteligencia le informó que no había evidencia concluyente de que el régimen de Assad fuera responsable del ataque con armas químicas en Ghoutta. Obama resistió la presión para hacer una guerra bajo falsos pretexto como hizo Bush y aprovechó que el Parlamento del Reino Unido votó en contra para llevar el asunto al Congreso que abortó el proyecto de aprobación y lo liberó de la presión de complacer a los neocons que querían la guerra en Siria. Aun así, Obama mantuvo públicamente la versión mendaz de la culpa de Assad que ofreció en su discurso a la ONU y en el que declaró que sugerir que Assad no fue el responsable del ataque con gas sarin era "un insultó a la razón humana y a la legítimidad de esta institución (la ONU)".

Lo mismo que el ataque químico en Ghouta de 2013, la acusación a Damasco por el ataque en Khan Sheikhoun carece de lógica y sentido. En la primera ocasión Assad había invitado a inspectores de la ONU a que investigaran sobre el terreno las denuncias de ataques con armas químicas de parte de los yihadistas en Siria. Era obviamente contraproducente que realizara un ataque de ese tipo en un suburbio cercano a la capital. Tampoco hace sentido que Assad lanzara el reciente ataque con armas químicas en una población de Idlib, en momentos cuando las fuerzas armadas de Siria y sus aliados llevan una racha de victorias estratégicas y tras obtener una importante victoria diplomática con las declaraciones de oficiales de Trump renunciando al cambia de régimen de Siria como objetivo de Washington. El político más torpe sabría que un ataque con armas químicas pondría en riesgo estas recientes conquistas. Assad, por el contrario, ha mostrado ser un político hábil.

Philip Giraldi, ex oficial de la CIA y comentarista frecuente en entrevistas y artículos publicados en medios de análisis en la Internet, reveló en el Scott Horton's Webcast que fuentes familiarizadas con la inteligencia militar en el terreno califican la versión que difunden los medios de noticias en EEUU como un "engaño". Giraldi añade que sus fuentes se alinean con la versión oficial rusa de que el gas venenoso fue liberado accidentalmente cuando un almacén de armamentos de al Qaeda fuera impactado durante una misión aérea en un área controlada por los yihadistas. Algunos oficiales de inteligencia alarmados por el rumbo que pueda tomar la crisis han amenazado con denunciar el asunto públicamente, según Giraldi. 

Como si se tratara de añadir un toque de teatro del absurdo a la situación, el principal autor del artículo principal del New York Times sobre el tema del viernes pasado es nada menos que Michael R. Gordon. El artículo de Gordon et al presenta la acusación contra Assad como dato irrefutable y ni siquiera se molesta en citar las versiones de los gobiernos de Siria y Rusia. Gordon es nada menos que el co-autor del infame artículo del NYT de 2002 que promovió la mentira de que Saddam Hussein procuraba reconstituir el programa de armas nucleares de Irak, artículo que Bush citó como autoridad para crear opinión pública a favor de la guerra contra Irak. 

Este nuevo episodio de la saga neocon ornamentada de fotos de bebés rubios que mueren en los brazos de su padre recuerda el filme "Wag the Dog" de 1997, que describe una cínica operación sicológica de la Casa Blanca para convencer al mundo de que la vida de inocentes niños peligra y se justifica la intervención de EEUU para protegerlos. En la escena que colgamos aquí, una niña y su gato huyen aterrorizados por las bombas. En realidad, igual que en un falso montaje de noticias de CNN, se trata de una actriz filmada contra pantalla verde para una escena compuesta con un fondo de escenario de guerra, en una suite de edición de cine. El filme que inexplicablemente anticipó el escándalo Clinton-Lewinsky puede verse completo aquí.


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