Pasados más de treinta años, Afganistán es tierra devastada bajo guerra permanente. El yihadismo, encausado y gerenciado como arma secreta de la política exterior de Washington, se fue regando por Europa Oriental, el Cáucaso, Medio Oriente, África del Norte y el interior de Asia y ha llegado a la actual crisis mundial de terrorismo sin control. En estos días hace noticias en Filipinas representado por su más reciente versión, el califato suní ISIS-Da'esh.
En entrevista en 1998, cuando un periodista le señaló los estragos del Talibán en Afganistán y Pakistán, Brzezinski no titubeo en defender su estrategia:
"¿Qué es más importante para la historia del mundo? ¿El Talibán o el colapso del imperio soviético? Unos pocos musulmanes revueltos o la liberación de Europa Central y el fin de la Guerra Fría?".Desconozco si alguien le preguntó alguna vez si las víctimas de ataques terroristas contra objetivos civiles en las ciudades del mundo también son poca cosa cuando se comparan al ascenso de EEUU como "el único y, de hecho, el verdadero primer poder global", como escribió Brzezinski en su libro "The Great Chessboard".
Es probable que nunca sepamos si en su lecho de muerte supo de los jóvenes de Manchester y los cristianos cópticos de Egipto, las víctimas más recientes de ISIS, herederos de aquellos a los que una vez arengó diciendo que Dios estaba de su lado.
Tal vez no exista el lugar a donde debieran ir después de la muerte los criminales de guerra. Nos consuela pensar que ese pueda ser el nicho que ocupe Brzezinski en la memoria de la Humanidad.
1 comentario:
Se cosecha lo que se siembra. siempre
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