Para Claridad poco importan los derechos humanos y civiles de los chinos y africanos
El más reciente número de Claridad, ese auto-denominado “periódico de la Nación Puertorriqueña” (aunque, a juzgar por la colecta que se anuncia en la entrada de su sitio en la web, la gran cantidad de copias intactas en los establecimientos que aún las ofrecen para venta y el alto número de comercios que han desistido de hacerlo, son muy pocos los residentes de la “Nación” que apoyan esa publicación), incluye un escrito de Rafael Ruiz Garofalo en el que el autor intenta tirarle la toalla a la dictadura del Partido Comunista de China. Mediante el usual estilo de los escritores de Claridad—para los que un tema de política internacional es digno de discusión sólo en la medida que sea útil para demonizar a los estadounidenses, sin importar si ello requiere apoyar o ignorar las más graves atrocidades—Ruiz descarta que la celebración de las Olimpiadas de Pekín provean una coyuntura adecuada para denunciar las violaciones de derechos humanos y civiles que rutinariamente comete el gobierno chino. Por el contrario, éste argumenta que esas críticas son producto de una “campaña contra la República Popular China por parte de los medios estadounidenses y de ciertos países europeos, en víspera de los Juegos Olímpicos en Beijing [que] es tan obvia y tan política que no tiene precedente, excepto cuando se celebraron los de 1980 en la entonces Unión Soviética.”
El propósito propagandístico del escrito de Ruiz queda al descubierto tan pronto uno se percata de cómo el autor tergiversa y omite datos que le darían una estacada fatal a su conclusión acomodaticia. En primer lugar, para sustentar su tesis Ruiz es sumamente selectivo al identificar a los medios que presuntamente ejecutan esa “campaña” en contra del poderoso país asiático. Según dice, “[d]esde The New York Times, The Washington Post, las revistas Times y Newsweek, las cadenas de televisión, hasta la publicación Foreign Affairs (del ‘Council on Foreign Relations’, que representa los más estables círculos de poder estadounidenses) hace meses han montado una intensa campaña para usar los Juegos Olímpicos como medio para atacar a China.” Añade que “los medios estadounidenses que se autoproclaman ‘prensa libre’, ‘prensa independiente’ y ‘prensa democrática’ son parte y propiedad del capital corporacionista dominante.”
Para apoyar su comentarios, Ruiz convenientemente omite mencionar que en muchos otros países la prensa también ha aprovechado los juegos olímpicos para estimular el debate sobre el historial de violaciones de derechos humanos y civiles del gobierno chino. A modo de ejemplo, cabe destacar que una búsqueda rápida en Internet revela que, aparte de los medios estadunidenses, la prensa en España, México, Guatemala, Honduras, Nicaragua, República Dominicana, Jamaica, Panamá, Canadá, Argentina, Japón, Corea del Sur, Líbano- entre muchos otros países- también ha utilizado la coyuntura actual para propiciar el debate político en torno a China. En la prensa de esos países la discusión abarca asuntos tales como la decisión del gobierno chino de no permitir a los periodistas destacados en Pekín el uso libre de la web, la situación en Tíbet, la represión y encarcelamiento de disidentes políticos chinos y la colaboración diplomática y militar del gobierno chino con las atrocidades en Sudán y Zimbabue.
Por otro lado, es falsa también la indicación de Ruiz de que las violaciones de derechos humanos y civiles cometidas por la dictadura china han sido denunciadas en EEUU sólo por la prensa “propiedad del capital corporacionista dominante.” Ello se evidencia con meramente destacar que en meses recientes medios como el Internationalist Socialist Review y la página Dissident Voice también han publicado denuncias del largo historial de la brutal represión en Tíbet. Así también, la edición más reciente del Socialist Worker incorpora en sus páginas varios escritos críticos, entre otros asuntos, del historial de violaciones de derechos humanos en China, de las restricciones a los derechos de expresión durante los juegos y del afán de las organizaciones deportivas por procurar que sus atletas se abstengan de hacer manifestaciones políticas durante las Olimpiadas. Lo que es más, desde hace más de un año, en un foro titulado Politics of Sports, el periodista de deportes Jeremy Schaap destacó que la mayor preocupación del gobierno chino, durante el proceso de otorgar pases de prensa para las Olimpiadas, no eran los gigantes mediáticos de EEUU sino las solicitudes presentadas por publicaciones “progresistas” y de “izquierda,” muchas de las cuales fueron excluidas de Pekín por temor a que utilizaran los juegos para destacar la política de represión política en el país.
En segundo lugar, el autor acusa de “hipócritas” a los periodistas estadounidenses que en vez de limitarse a cubrir los juegos “quieren ir para escribir de otras cosas”—a pesar de que, como informó El País, no fueron sólo los periodistas de EEUU los que protestaron por la decisión del gobierno chino de limitar el acceso a información a través de la Red durante los juegos. El autor debe recordar que hace unos años los integrantes de Claridad promovieron con entusiasmo que se aprovechara la inauguración de la temporada del Beisbol de Grandes Ligas en el Estadio Hiram Bithorn para provocar en la prensa estadounidense la discusión del reclamo de los puertorriqueños a que la Marina de EEUU saliera de Vieques. Más aún, al gobierno de China difícilmente puede sorprenderle que un evento deportivo de ésta índole provea una plataforma para debates políticos. ¿Acaso no fue el propio Mao el que utilizó su diplomacia de Ping-Pong para sentar las bases del acercamiento entre China y EEUU en los 1970s? Parece que ello no importa en el juicio de algunos escritores de Claridad que en la discusión de estos temas tienen como único objetivo producir ataques contra los estadounidenses.
Ya que a los miembros de Claridad les encanta celebrar (y exagerar la importancia de) cualquier resolución de los organismos de la ONU que parezca favorable a la posición independentista, sirve recordarles que la página web de la Oficina del Alto Comisionado para Derechos Humanos de la ONU hace énfasis en que “[l]os derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición.” Esto implica que para llamarse defensor de los derechos humanos no es suficiente berrear cuando manifestantes contra la presencia militar estadounidense en Puerto Rico son maltratados, o cuando se produce una muerte a manos del FBI, o cuando miembros de esa agencia utilizan “pepper spray” contra periodistas puertorriqueños o cuando se intenta implantar la pena de muerte en Puerto Rico. La ausencia de compromiso de Claridad con la causa de los derechos civiles y humanos queda al desnudo cuando el semanario despacha como asunto de poca importancia la denuncia de la represión del gobierno chino contra sectores de su ciudadanía y su complicidad con las matanzas en el territorio de sus aliados africanos. Irónicamente, al protestar ante cualquier uso de fuerza excesiva de las autoridades estadounidenses en Puerto Rico, mientras condona con su silencio que chinos y africanos sean encarcelados y asesinados y se los lleve quien los trajo, Claridad incurre en la hipocresía de la que acusa a los que rutinariamente son objeto de sus ataques, tarea que parece ser la razón de ser de ese boletín propagandístico.
2 comentarios:
Cada vez e sorprendo más. Claridad ahora es un medio de propaganda de centro-derecha. Es increíble pero cada día el balance de interéses de Claridad parece inclinarse más hacia el protagonismo que a la defensa de los correcto. Sobre lo de la colecta les estoy llevando la cuenta porque dijeron que solo iban a estar pidiendo tres meses. Yo también he visto las pilas de periódicos quedarse intactas en la farmacia donde yo solía comprarlo.
Adelante y Éxito.
No niego que Claridad tiene una importancia y más que eso un potencial desaprovechado, pero siempre me ha chocado la manera en que Claridad utiliza frases altisonantes como lema, como si tuviera exclusividad sobre espacios de lucha. Una vez era el periódico de la clase obrera, ahora es de el de la nación puertorriqueña. ¿Dijo quién? Es lo mismo que señalas sobre los derechos humanos. Es cierto que desde sus páginas Claridad ha hecho denuncia de la violación de derechos humanos en Puerto Rico y Vieques es un ejemplo. Pero también lo es, como destacas, que, a menudo, Claridad no es consistente con la defensa de esos derechos si en ello tiene que coincidir, siquiera en apariencia, con "los americanos". Este maniqueísmo EEUU-malo-, antiEEUU-bueno- puede llevar a posiciones reaccionarias, etnocentristas y racistas en las que, absurdamente, se sostenga la defensa a ultranza de "lo puertorriqueño" aunque se hunda el resto del planeta. La erradicación del colonialismo, que creo es lo que nos interesa, requiere la defensa a ultranza de los derechos humanos y el fin de la opresión de todos los seres humanos. Los derechos son para todos, sobre todos hay que reclamarlos para los que tienen menos acceso a éstos: chinos, africanos, caribeños, mujeres, minorías religiosas, inmigrantes, ancianos, gays, etc. Denunciar la política contra los derechos humanos del gobierno chino (que tiene de comunista lo que yo tengo de astronauta) no es hipocrecía es solidaridad. Y si en la Prensa de EEUU hay periodistas que lo hacen por hipocrecía, todavía ello no niega la aborrecible violación de derechos humanos que comete China contra su pueblo y contra pueblos africanos. Dos y dos son cuatro, aunque lo diga un loco.
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