Esta semana la prensa televisiva de EEUU (NBC, ABC, CNN...) casi no dejó espacio para otra cosa que no fuera el escándalo sexual del gobernador demócrata de New York, Eliot Spitzer, y su eventual renuncia al cargo, a raíz de éste. Los medios, los periodistas, los pundits… explotaron el asunto hasta la nausea (los de Puerto Rico, también) sobando cada aspecto de morbosidad y metichismo en la vida personal del individuo, práctica acostumbrada en la prensa de "cost and benefit". Mientras nos servían cada detalle, ángulo e intersticio irrelevante del asunto (como los orígenes, la familia y el ingreso de la accidental trabajadora sexual involucrada), a las grandes cadenas “se le pasó” informar un asunto de gran importancia. Y es que mientras Spitzer pagaba $4.3k por servicios sexuales en un hotel en Washington, el Presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, recién nombrado por Bush, también sostenía una cita secreta en la que entregaba más de $200 billones a los especuladores de la banca hipotecaria. El periodista Greg Palast hace un revelador análisis de la vinculación de ambos eventos para Air America Eliot’s Mess. Como dice Pallast: ambos, Spitzer y Bernanke, cometieron actos de irresponsabilidad financiera, con la diferencia que Spitzer pagó de su chequera y Bernanke lo hizo con fondos públicos.
Algunos maleantes financieros deben haberse reído mucho este día.
Desde la silla de Fiscal General del estado de New York que ocupó entre 1999 y 2006 (y que es equivalente a nuestro Secre de Justicia, excepto que en NY es cargo electivo), Spitzer investigó a
Richard Grasso, exdirector ejecutivo del New Stock Exchange. El motivo de la investigación: Grasso se asignó un paquete de compensación de $140 M del NYSE, que todavía era una organización sin fines de lucro y en cuyo comité de compensaciones- nombrado por el mismo Grasso- se sentaban representantes de las mismas compañías sobre las que Grasso poseía autoridad regulatoria. ¿Quién iba a decir, no? Spitzer logró que los tribunales de New York le ordenaran a Grasso la devolución de una parte de la compensación virtualmente auto-asignada. La aversión de Wall St. a Spitzer alcanzó su punto culminante en 2005 cuando el Wall Street Journal abrió espacio a alegaciones de persecución del entonces Fiscal General contra John C. Whitehead, ex CEO de la casa de corretaje Goldman Sachs. Como si no fuera suficiente ser enemigo de GS, Spitzer se hizo también de otros poderosos enemigos.
Como Fiscal General así como durante su breve incumbencia como gobernador desde el 2006, Spitzer ofreció recia oposición a la deregulación de la banca hipotecaria que impuso la administración Bush y que resultó en extraordinarios beneficios a los especuladores. Sin regulaciones de control de los excesos especulativos de los chicos de WS, los préstamos hipotecarios subprime se convirtieron en norma. Ello explica cómo, partiendo desde la nada y mediante prácticas predatorias de prestamista de callejón que no se permitían antes, Countrywide Financial se convirtió en el primer banco hipotecario del país.
Como anticiparan con insistencia un número de analistas, a la burbuja hipotecaria le ocurrió lo que ocurre con las burbujas. Reventó. Son millones los ciudadanos a quienes se les han ejecutado las hipotecas y han perdido sus casas. No han sido los únicos perdedores, pues los bancos prestamistas que las aprobaron, tan pronto las otorgaron, las perfumaron y empaquetaron y las vendieron. Entre los inversionistas incautos se cuentan los fondos de pensión en todas partes del planeta e incluye a la sofisticada gente de Finlandia. Algunos no han perdido. Para nada. Han sido los que desde inicio del juego identificaron la regla principal: "take the money and run". Angelo Mozilo, CEO de Countrywide, por ejemplo, se llevó más de $700 millones entre 1998-2007 y le dejó a los incautos inversionistas un paquete de hipotecas chatarras.
Hasta poco parecía que los acontecimientos tomaban otro rumbo: la crisis se regaba por toda la economía y hasta los tiburones empezaban a ahogarse. El valor de las acciones en EEUU se redujo en 50%. El Citibank sostuvo una pérdida del 38%. Justo el miércoles pasado Carlyle Capital- inversionista en valores hipotecarios y propiedad de una multinacional con operaciones en 21 países- declaró que no podría satisfacer su deuda de U$ 16.6 billones. Sí, la subsidiaria del mismo Carlyle Group que menciona Michael Moore en F 9/11: la de James Baker, los Bush, la familia Bin Laden y un surtido de dictadores, presidentes y magnates- incluyendo a William Kennard, expresidente de la US FCC, Luis Téllez Kuenzler, Secretario de Comunicación y Transporte de México, John Major, ex-primer ministro británico, Liu Hong-Ru, ex-presidente de la Comisión Reguladora de Valores de China, Fidel V. Ramos, expresidente Filipino, Thaksin Shinawatra, depuesto primer ministro de Tailandia, etc. etc. El Congreso se puso en alerta e inició investigaciones acerca de las prácticas hipotecarias. Otro tanto ha intentado el FBI (Chuck Gallagher: Mortgage Fraud - FBI Announces 14 Companies Under Investigation).
Ahora, justo antes de que se les caiga el techo encima a los especuladores, la Reserva Federal interviene metiéndole $200 billones (millardos si quieren) a los sufridos banqueros, haciendo que de inmediato aprecien las acciones de Countrywide y Citibank. A los que están perdiendo sus casas no se les ha ofrecido ningún alivio. Mejor. Los bancos se quedarán con los $200M de la hacienda pública y con la casita de John Doe y Juan Pérez. Mejor, aún para los banqueros: el ahora exgobernador Eliot Spitzer ya no podrá realizar investigaciones que le agüen la fiesta a los muchachos de Wall Street. ¿Casualidad? Tal vez.
Como dice Pallast, Spitzer violó esa vieja ley que hace delito transportar prostitutas entre estados. Traicionó la confianza de su familia y- quizá hasta la de sus electores. Mas no es menos cierto que, menos de un mes antes del escándalo y siendo aún gobernador, Spitzer publicó un exposé en el Washington Post (Predatory Lenders Partner in Crime) en el que denunciaba a la administración Bush por poner obstáculos a que los estados protegieran a los dueños de hogares. Bush promulgó reglas, escribió Spitzer, restando autoridad a los estados para someter a los bancos nacionales a las leyes estatales que protegen a los consumidor contra prácticas depredadoras. El odio de los banqueros hacia Spitzer no les ha permitido disimular su satisfacción ante la renuncia de Spitzer: Wall Street Cheers As Its Nemesis Plunges Into Crisis". Habrá quien diga que también es casualidad que Mark “Michael” Brener- detenido recientemente como jefe del Emperors VIP Club que le proveyó los servicios de acompañante sexual a Spitzer- sea un ciudadano de EEUU con pasaporte israelí, según reporta JTA. Brener es también, según Justin Rood de ABC News, agente con licencia del Internal Revenue Service, lo que se supone un estricto “clearance” del IRS, sobre todo en tiempos post 9-11.
Dos bonos adicionales para Casa Blanca y las petroleras: El pre-emption de la Prensa con noticias tipo Spitzer servirá para evitar la discusión pública de asuntos de mayor importancia como el reciente estudio del Pentágono que revela que en ninguno de los 600k documentos incautados en Irak se pudo encontrar evidencia de algún vínculo entre Sadam Hussein y Al Qaeda. (Ver “Exhaustive review finds no link between Saddam and al Qaeda” por Warren P. Strobel.) El escándalo sexual de Spitzer evitará también que el aumento de 25% en un mes en el precio del petróleo, la devaluación del U$ dólar y las ganancias records de la Exxon y otras hermanitas petroleras, según reporta Richard Valdmanis, reciban la debida atención.
Mientras el barco se hunde, los músicos tocan a bordo y los "trabajadores de la cultura" en Puerto Rico entierran a Rosselló.
1 comentario:
Tremenda cortina de humo el asunto de Spitzer. No me había dado cuenta hasta que leí este artículo. Excelente. Adelante y Éxito.
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