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Nunca, nadie, bajo ninguna circunstancia... debe ser reprimido por pensar y exteriorizar lo que piensa. No importa el medio, el estilo, el lugar que escoja o que le toque.  Suprimir la expresión, es privar a un ser humano de su humanidad, pues si le resta el pensamiento y la comunicación a un ser humano ¿qué queda?  Un amasijo de carnes y huesos sin chispa divina. Se ha dicho que el Poder corrompe.  Pero no, el Poder enloquece.  ¿Cómo más se explica que un gobernante crea que sabe lo que es mejor para millones de personas de todas las edades, en cualquier momento y circunstancia y para siempre, como si al llegar al poder la historia le dotara de infalibilidad y eternidad?  

En Puerto Rico somos muy celosos de nuestros derechos de expresión y prensa. En días recientes, la opinión pública se ha revolcado contra un ridículo proyecto del Senado que fantasea con quitarnos- a los que usamos la Internet para expresarnos- parte de esa libertad, con la amenaza de criminalizar nuestra expresiones.  Pa' ningún lao que van.  Ya se han puesto en alerta las defensas contra este tipo de mamarachada política que tripea con una vuelta al régimen de La Mordaza que nos impuso una vez el Partido Popular Democrático para asegurarse en el poder.  Los estadunidenses tuvieron su propia experiencia de mordaza en los años del macartismo y tampoco quieren repetirla.   El derecho a expresarse es tan querido en EEUU que los abogados de derechos civiles interceden a favor del despreciable Kukux Klan para evitar que el principio de la libre expresión quede mutilado a nombre de combatir un mal.

Creo que casi nadie en Puerto Rico está en desacuerdo con que la peor represión es la que se ejerce contra la expresión del pensamiento.  Entonces, ¿por qué un significativo sector de los defensores de la libertad de expresión en Puerto Rico, incluyendo clubes de periodistas y grupos de derechos humanos, miran pa' otro lao cuando de Cuba o de Irán se trata?  ¿Por qué evaden e invisibilizan dos de los ejemplos más tristes de violación a la libertad de pensamiento y expresión? ¿Por qué los de aquí no cumplen con su responsabilidad de defender a los periodistas cubanos en prisión por el delito de diferir del régimen? ¿Qué régimen merece estar por encima de los principios básicos de libertad humana?  ¿Quién le otorgó estatus de principio moral a la actitud de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo? ¿Es este un principio rector de civilización y solidaridad humana o de gangas?

A Yoaní Sánchez y a un grupo de jóvenes blogueros de Cuba le han querido suprimir el derecho a decir como piensan.  Hace un tiempo el mundo les sigue de cerca.  Un día no le dan acceso al Internet, otro día no le dejan salir de su país a recibir un premio, otro les arrestan sin acusaciones, los golpean, los humillan, los amenazan y aterrorizan.  El último episodio fue camino a una pequeña manifestación de esas que se hacen acá casi a diario, pero que en Cuba resultan una novedad.  Desconocemos cómo piensa Yoani Sánchez acerca de casi todos los asuntos que nos apasionan y es posible que discrepemos en casi todos.  Excepto en uno: en la irreductible necesidad de los seres humanos de comunicar su experiencia, principio que informa las ciencias, el arte y la moral, en fin, la evolución humana.  No somos periodistas de grandes influencias, pero haremos lo que quede a nuestro alcance para que TODOS los ciudadanos del mundo tengan voz.  Es lo que, después de todo, se pide de cada cual y no más.  Hoy lo que está a nuestro alcance es hacer un espacio para que Yoani relate ella misma su experiencia.

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