Al cumplirse 135 años de la abolición de la esclavitud en Puerto Rico
A la izquierda el Bando Negro del gobernador español en la Isla, don Juan Prim, estableciendo leyes punitivas especiales para personas de la raza negra fueran esclavos o libres ante la crisis producida por las insurreciones de esclavos en las cercanas islas caribeñas. Publicado en La Gaceta, periódico del gobierno- y el único a la fecha - el 9 de junio de 1948. (Ver Los Documentos de Puerto Rico en Fortune City.)
La vecina del blog Sin Mordazas, Ivonnne Acosta trajo el tema del racismo en Puerto Rico al cumplirse 135 años de la abolición de la esclavitud en la Isla. Su post y comentarios a éste motivaron un extenso comentario de mi parte que reproduzco aquí con mímima edición:
En Puerto Rico es bastante compleja la cuestión racial, en realidad la política racial o la realidad del racismo. Estamos conscientes y orgullosos de nuestra profunda mezcla y nos encantan muchas cosas negras que heredamos de etnias africanas: nuestros ritmos y bailes, la comida, los tambores, la piel tostada, los labios carnosos, las nalgas paraditas, el paisaje de cocotales y tulipanes africanos, las telas de colores brillantes y profundos. Casi todo los que es valorizable en el mercado del exotismo y la carnalidad. Pero a la hora de la verdad, ¿cuántos nos confesamos negros? Preferimos identificarnos con lo taíno para explicar el color quemado de muchos. Somos morenos, trigueños o indiecitos. Hay más taínos en Puerto Rico hoy, satirizaba Isabelo Zenón, que cuando Colón llegó al Nuevo Mundo. No chave. Trigueño, puede ser descriptivo de uno de tantos matices de la rica gama de nuestra mezcla racial. Pero también fue un eufemismo usado “piadosamente” para no recordarle a un prójimo su lastimosa condición de negro. ¡Ay bendito- decía mi tía- no se dice negro, se dice moreno o trigueñito, no ofendas que para dios todos somos iguales! Say what? Pal carajo, dijimos los que leíamos a Zenón, el único teórico de la opresión racial en PR de la segunda mitad del s. 20 y hoy totalmente ignorado. Trigueño es el trigo, morenos son los moros. Los puertorriqueños de piel bien oscura son negros. Y decirlo no es ofensa.
En Puerto Rico hubo mucho influjo de europeos y continentales “blancos” en el siglo 19 y quizá esto explica porque nuestra población parece más hacia lo blanco que hacia lo negro. Pero también es porque el puertorriqueño negro ha sido invisibilizado por una política social, deliberada o no, de esconder a nuestra abuela. Cuando se mira de cerca el asunto, el mismo se torna económico y asume carácter de clase en nuestra historia. ¿Qué puestos de poder político, económico, cultural están hoy en mano de puertorriqueños de piel oscura? ¿Cuántos negros hay en los medios que reproducen los modelos sociales: TV, cine, moda, cultura, etc.? ¿Cuántos negros hemos tenido en las últimas cinco décadas en puestos de gabinete de gobierno que no sea el del Departamento del Trabajo, como si el trabajo fuera cosa de negros? Get the point? ¿Qué pasó con nuestra aristocracia negra de finales del siglo 19 y principios siglo 20, aquellos maestros azucareros y artesanos del tabaco, empresarios, artistas, músicos y compositores, políticos, maestros y organizadores del movimiento obrero que produjo un Schomburg, un Barbosa, una Pura Belpre, un Maestro Rafael, a Prudencio Rivera Martínez a José Ferrer y Ferrer ,a la madre de la familia Figueroa, a Rafael Hernández y a Pedro Flores, entre otros muchos? ¿A dónde se marcharon los negros de Santurce (Cangrejos) y los pueblos costeros? ¿Se mudaron todos a Piñones, Carolina y Loíza? ¿Se fueron a NY, a Chicago, etc., o se casaron todos con hombres y mujeres blancos y blanquearon su prole? Creo que la mayoría de los negros en Puerto Rico fueron sujetos de una extrema proletarización, desplazamiento, ghetoización e invisibilización durante la segunda mitad del siglo 20 y apenas ahora resurgen desde el underground con el reggaeton. La ghetoización en El Barrio en NY fue difícil, pero no la peor porque desde ahí, próximos a Harlem, descubrieron los puertorriqueños que las causas de la opresión de los afroamericanos eran también las de su opresión y con ellos aprendieron a combatirlas. Resultado casi inmediato: los Young Lords. He aquí una posible fuente del trasplante de las categorías del racismo en EEUU a las relaciones raciales en PR. Pero esto es materia para algún historiador que quiera poner a prueba estas hipótesis.
He escuchado con alguna frecuencia el argumento de que no hay por qué importar categorías raciales de la realidad de EEUU para aplicarlas a nuestras condiciones. Es un punto válido. Pero también es cierto que el discrimen que sienten los puertorriqueños de mayor apariencia africana no es inventado. Es histórico y es palpable. Esta arraigado en nuestras raíces históricas: económicas y sociales. Después de todos fuimos fundados por una sociedad que acababa de decretar la primera limpieza de sangre en la historia (contra musulmanes y judíos) justo cuando Colón llegó a nuestras tierras. Y no hay que olvidar que por siglos los puestos (todos los puestos) de la Iglesia y del Estado estaban vedados a los que no pudieran probar su sangre blanca y tampoco que para acceder al reconocimiento social los mulatos (que no lo fueran muy visiblemente) prósperos tenían que pagar para que los blanquearan en los documentos oficiales. Recordemos que el que no era evidentemente negro, si no podía probar ser blanco de siete generaciones era considerado pardo, categoría creada por la sociedad colonial bajo España. La categoría “blanquito” no fue importada, sino reflejo de nuestra propia historia de opresión racial.
Otra prueba de la fobia a ser considerado negro esta contenida en una expresión que tantas veces he escuchado en aparente rechazo del racismo en EEUU.: “Para los americanos todos los puertorriqueños somos negros”. ¿Y no lo somos, aún los que parecemos acercarnos más a la jinchopapujería? Si tuvieramos un vigoroso movimiento social para eliminar el racismo en Puerto Rico, tal vez no haríamos uso de categorías continentales. La praxis nos daría categorías más adecuadas a nuestra realidad. Pero el caso es que la lucha contra el racismo en EEUU, con la distante excepción de la lucha contra el apartheid en Africa del Sur, fue casi nuestro único referente en el siglo 20. Cierto que Franz Fanon, entre otros teóricos de las relaciones de opresión racial, eran caribeños, pero aquí se los apropiaron y se los quedaron en la academia. Conozco un solo caso, prontamente aislado, en que se trató de accionar políticamente a base de estos análisis.
A principios del siglo 19 los negros y los esclavos de la Isla tuvieron otros modelos e inspiraciones: Haití, el resto del Caribe, pero los modelos se movieron prontamete al Sur de EEUU culminando en la abolición mediante guerra civil. En el siglo 20 fueron los ejemplos del movimento de derechos civiles y del Poder Negro en EEUU, los que operaron algunos cambios cosméticos en nuestras relaciones raciales, aunque sí en la conciencia de muchos. Pero apenas hace unos pocos años se anunció un drama para TV local que se desenvolvía en Piñones y ¡cuyo personaje femenino negro era representado por una actriz blanca maquillada de negro! Algo así, simplemente, ya no puede ocurrir en EEUU sin que ello genere una jornada de protestas. ¡Ojala trasplantaramos esa militancia!
En 1993 mi ex y yo produjimos un documental en multi-imagen de 30 proyectores sobre cinco pantallas a 180 gdos. en el Pabellón de Historia del área norte del Parque Luis Muñoz Marín. Se trataba de una travesía de cinco siglos por nuestro quehacer histórico, por los procesos forjados por seres humanos comunes quienes dinamizaron dichos procesos. Por supuesto destacamos nuestros personajes negros: Miguel Enrique, Rafael Cordero, etc. También nuestro mulataje y dijimos: hasta el siglo 18 PR era una sociedad afroantillana y nuestro pueblo es mestizo y mulato. Era un espectáculo muy vistoso. A todos los críticos les fascinó. Era para que nuestros niños y las escuelas contaran con un recurso de educación entretenida. Al entrante director del Fideicomiso de Parques y a los nuevos miembros de la Junta: jefes de agencia, un vice de un banco, el no se qué del Caparra Country Club, etc. no les gustó el énfasis en la negritud y así nos lo dejaron saber. No lo ibamos a cambiar y el documental quedó censurado, cerrado el pabellón, tirado al zafacón millones en gasto público. Es que son estadistas y temen que los americanos nos identifiquen como negros y no nos den la estadidad, pensamos. Bullshit. Llegó el 2004 y Sila al poder. El nuevo director ejecutivo escuchó que el espectáculo era sinigual en PR, efectos de luces, niebla, humo de cañones, etc. Pues nos llamó en el 2005 para restaurarlo y reponer los daños de la inundación de Georges y algún acto de vandalismo y robo. Lo hicimos. Durante meses trabajamos con un ingeniero que trajimos para restaurar equipos especializados del medio. El documental se reinauguró con un grupo de ciudadanos seniors y estaba el director ejecutivo. A la gente le gustó; el director Ejecutivo nos felicitó con las muelas de atrás. Nunca más se proyectó el documental. ¿Cuál creen que fue mi conclusión?
De manera que mientras en Puerto Rico no se discuta públicamente nuestra propia versión de racismo y no se mire el problema con seriedad y justicia, no me atrevo a pedirle a ningún puertorriqueño de piel oscura que no se identifique con los de Jeena, con Wil Smith, Snoopy Dog u Obama, aunque ello implique el trasplante de modelos que quizá son ajenos para los puertorriqueños de tez más clara, pero no para los de piel oscura para quienes no hay papeles estelares en TV, ni presidencias en bancos, ni altas posiciones políticas, ni membrecías en ciertos country clubs. A pesar de nuestra supuesta conciencia de hibridez, no sería un acto de racismo al revés si en el próximo censo una mayoría nos declararamos negros. Sería un acto de liberación. Cuando esas categorías no sean socialmente operantes o la sociedad decida que no deben serlo, no aparecerán en el censo.
Si no fuera por otra razón, y hay bastantes, rezo por que se dé la victoria de Barak Obama a la presidencia de EEUU. ¡Cómo voy a gozar cuando tanto blanquito del patio le tenga que reconocer primera jeraquía a un hijo de un negro de Kenya! ¡Y cómo voy a disfrutar cuando muchas bobas engreidas vean entrar a Casa Blanca a la primera dama negra con su pelo kinki, sus caderotas africanas y su brillante mente de Harvard. ¡Habrá aún más confusión en la colonia! Ja, ja.
A la izquierda el Bando Negro del gobernador español en la Isla, don Juan Prim, estableciendo leyes punitivas especiales para personas de la raza negra fueran esclavos o libres ante la crisis producida por las insurreciones de esclavos en las cercanas islas caribeñas. Publicado en La Gaceta, periódico del gobierno- y el único a la fecha - el 9 de junio de 1948. (Ver Los Documentos de Puerto Rico en Fortune City.)
La vecina del blog Sin Mordazas, Ivonnne Acosta trajo el tema del racismo en Puerto Rico al cumplirse 135 años de la abolición de la esclavitud en la Isla. Su post y comentarios a éste motivaron un extenso comentario de mi parte que reproduzco aquí con mímima edición:
En Puerto Rico es bastante compleja la cuestión racial, en realidad la política racial o la realidad del racismo. Estamos conscientes y orgullosos de nuestra profunda mezcla y nos encantan muchas cosas negras que heredamos de etnias africanas: nuestros ritmos y bailes, la comida, los tambores, la piel tostada, los labios carnosos, las nalgas paraditas, el paisaje de cocotales y tulipanes africanos, las telas de colores brillantes y profundos. Casi todo los que es valorizable en el mercado del exotismo y la carnalidad. Pero a la hora de la verdad, ¿cuántos nos confesamos negros? Preferimos identificarnos con lo taíno para explicar el color quemado de muchos. Somos morenos, trigueños o indiecitos. Hay más taínos en Puerto Rico hoy, satirizaba Isabelo Zenón, que cuando Colón llegó al Nuevo Mundo. No chave. Trigueño, puede ser descriptivo de uno de tantos matices de la rica gama de nuestra mezcla racial. Pero también fue un eufemismo usado “piadosamente” para no recordarle a un prójimo su lastimosa condición de negro. ¡Ay bendito- decía mi tía- no se dice negro, se dice moreno o trigueñito, no ofendas que para dios todos somos iguales! Say what? Pal carajo, dijimos los que leíamos a Zenón, el único teórico de la opresión racial en PR de la segunda mitad del s. 20 y hoy totalmente ignorado. Trigueño es el trigo, morenos son los moros. Los puertorriqueños de piel bien oscura son negros. Y decirlo no es ofensa.
En Puerto Rico hubo mucho influjo de europeos y continentales “blancos” en el siglo 19 y quizá esto explica porque nuestra población parece más hacia lo blanco que hacia lo negro. Pero también es porque el puertorriqueño negro ha sido invisibilizado por una política social, deliberada o no, de esconder a nuestra abuela. Cuando se mira de cerca el asunto, el mismo se torna económico y asume carácter de clase en nuestra historia. ¿Qué puestos de poder político, económico, cultural están hoy en mano de puertorriqueños de piel oscura? ¿Cuántos negros hay en los medios que reproducen los modelos sociales: TV, cine, moda, cultura, etc.? ¿Cuántos negros hemos tenido en las últimas cinco décadas en puestos de gabinete de gobierno que no sea el del Departamento del Trabajo, como si el trabajo fuera cosa de negros? Get the point? ¿Qué pasó con nuestra aristocracia negra de finales del siglo 19 y principios siglo 20, aquellos maestros azucareros y artesanos del tabaco, empresarios, artistas, músicos y compositores, políticos, maestros y organizadores del movimiento obrero que produjo un Schomburg, un Barbosa, una Pura Belpre, un Maestro Rafael, a Prudencio Rivera Martínez a José Ferrer y Ferrer ,a la madre de la familia Figueroa, a Rafael Hernández y a Pedro Flores, entre otros muchos? ¿A dónde se marcharon los negros de Santurce (Cangrejos) y los pueblos costeros? ¿Se mudaron todos a Piñones, Carolina y Loíza? ¿Se fueron a NY, a Chicago, etc., o se casaron todos con hombres y mujeres blancos y blanquearon su prole? Creo que la mayoría de los negros en Puerto Rico fueron sujetos de una extrema proletarización, desplazamiento, ghetoización e invisibilización durante la segunda mitad del siglo 20 y apenas ahora resurgen desde el underground con el reggaeton. La ghetoización en El Barrio en NY fue difícil, pero no la peor porque desde ahí, próximos a Harlem, descubrieron los puertorriqueños que las causas de la opresión de los afroamericanos eran también las de su opresión y con ellos aprendieron a combatirlas. Resultado casi inmediato: los Young Lords. He aquí una posible fuente del trasplante de las categorías del racismo en EEUU a las relaciones raciales en PR. Pero esto es materia para algún historiador que quiera poner a prueba estas hipótesis.
He escuchado con alguna frecuencia el argumento de que no hay por qué importar categorías raciales de la realidad de EEUU para aplicarlas a nuestras condiciones. Es un punto válido. Pero también es cierto que el discrimen que sienten los puertorriqueños de mayor apariencia africana no es inventado. Es histórico y es palpable. Esta arraigado en nuestras raíces históricas: económicas y sociales. Después de todos fuimos fundados por una sociedad que acababa de decretar la primera limpieza de sangre en la historia (contra musulmanes y judíos) justo cuando Colón llegó a nuestras tierras. Y no hay que olvidar que por siglos los puestos (todos los puestos) de la Iglesia y del Estado estaban vedados a los que no pudieran probar su sangre blanca y tampoco que para acceder al reconocimiento social los mulatos (que no lo fueran muy visiblemente) prósperos tenían que pagar para que los blanquearan en los documentos oficiales. Recordemos que el que no era evidentemente negro, si no podía probar ser blanco de siete generaciones era considerado pardo, categoría creada por la sociedad colonial bajo España. La categoría “blanquito” no fue importada, sino reflejo de nuestra propia historia de opresión racial.
Otra prueba de la fobia a ser considerado negro esta contenida en una expresión que tantas veces he escuchado en aparente rechazo del racismo en EEUU.: “Para los americanos todos los puertorriqueños somos negros”. ¿Y no lo somos, aún los que parecemos acercarnos más a la jinchopapujería? Si tuvieramos un vigoroso movimiento social para eliminar el racismo en Puerto Rico, tal vez no haríamos uso de categorías continentales. La praxis nos daría categorías más adecuadas a nuestra realidad. Pero el caso es que la lucha contra el racismo en EEUU, con la distante excepción de la lucha contra el apartheid en Africa del Sur, fue casi nuestro único referente en el siglo 20. Cierto que Franz Fanon, entre otros teóricos de las relaciones de opresión racial, eran caribeños, pero aquí se los apropiaron y se los quedaron en la academia. Conozco un solo caso, prontamente aislado, en que se trató de accionar políticamente a base de estos análisis.
A principios del siglo 19 los negros y los esclavos de la Isla tuvieron otros modelos e inspiraciones: Haití, el resto del Caribe, pero los modelos se movieron prontamete al Sur de EEUU culminando en la abolición mediante guerra civil. En el siglo 20 fueron los ejemplos del movimento de derechos civiles y del Poder Negro en EEUU, los que operaron algunos cambios cosméticos en nuestras relaciones raciales, aunque sí en la conciencia de muchos. Pero apenas hace unos pocos años se anunció un drama para TV local que se desenvolvía en Piñones y ¡cuyo personaje femenino negro era representado por una actriz blanca maquillada de negro! Algo así, simplemente, ya no puede ocurrir en EEUU sin que ello genere una jornada de protestas. ¡Ojala trasplantaramos esa militancia!
En 1993 mi ex y yo produjimos un documental en multi-imagen de 30 proyectores sobre cinco pantallas a 180 gdos. en el Pabellón de Historia del área norte del Parque Luis Muñoz Marín. Se trataba de una travesía de cinco siglos por nuestro quehacer histórico, por los procesos forjados por seres humanos comunes quienes dinamizaron dichos procesos. Por supuesto destacamos nuestros personajes negros: Miguel Enrique, Rafael Cordero, etc. También nuestro mulataje y dijimos: hasta el siglo 18 PR era una sociedad afroantillana y nuestro pueblo es mestizo y mulato. Era un espectáculo muy vistoso. A todos los críticos les fascinó. Era para que nuestros niños y las escuelas contaran con un recurso de educación entretenida. Al entrante director del Fideicomiso de Parques y a los nuevos miembros de la Junta: jefes de agencia, un vice de un banco, el no se qué del Caparra Country Club, etc. no les gustó el énfasis en la negritud y así nos lo dejaron saber. No lo ibamos a cambiar y el documental quedó censurado, cerrado el pabellón, tirado al zafacón millones en gasto público. Es que son estadistas y temen que los americanos nos identifiquen como negros y no nos den la estadidad, pensamos. Bullshit. Llegó el 2004 y Sila al poder. El nuevo director ejecutivo escuchó que el espectáculo era sinigual en PR, efectos de luces, niebla, humo de cañones, etc. Pues nos llamó en el 2005 para restaurarlo y reponer los daños de la inundación de Georges y algún acto de vandalismo y robo. Lo hicimos. Durante meses trabajamos con un ingeniero que trajimos para restaurar equipos especializados del medio. El documental se reinauguró con un grupo de ciudadanos seniors y estaba el director ejecutivo. A la gente le gustó; el director Ejecutivo nos felicitó con las muelas de atrás. Nunca más se proyectó el documental. ¿Cuál creen que fue mi conclusión?
De manera que mientras en Puerto Rico no se discuta públicamente nuestra propia versión de racismo y no se mire el problema con seriedad y justicia, no me atrevo a pedirle a ningún puertorriqueño de piel oscura que no se identifique con los de Jeena, con Wil Smith, Snoopy Dog u Obama, aunque ello implique el trasplante de modelos que quizá son ajenos para los puertorriqueños de tez más clara, pero no para los de piel oscura para quienes no hay papeles estelares en TV, ni presidencias en bancos, ni altas posiciones políticas, ni membrecías en ciertos country clubs. A pesar de nuestra supuesta conciencia de hibridez, no sería un acto de racismo al revés si en el próximo censo una mayoría nos declararamos negros. Sería un acto de liberación. Cuando esas categorías no sean socialmente operantes o la sociedad decida que no deben serlo, no aparecerán en el censo.
Si no fuera por otra razón, y hay bastantes, rezo por que se dé la victoria de Barak Obama a la presidencia de EEUU. ¡Cómo voy a gozar cuando tanto blanquito del patio le tenga que reconocer primera jeraquía a un hijo de un negro de Kenya! ¡Y cómo voy a disfrutar cuando muchas bobas engreidas vean entrar a Casa Blanca a la primera dama negra con su pelo kinki, sus caderotas africanas y su brillante mente de Harvard. ¡Habrá aún más confusión en la colonia! Ja, ja.
2 comentarios:
ANTILLANOS, SIEMPRE
Sin duda, este es un problema antillano. Nos ha dicho el historiador C.L.R. James, oriundo de Trinidad, en su extraordinario estudio The Black Jacobins (1938), que durante la colonia francesa en Haití, cualquier blanco que se asentara allí, no importa su calaña o condición social, se creía superior a todos los haitianos, negros o mulatos, incluyendo a los de más elevada condición intelectual o económica. Fue por eso que Dessalines, al redactar la Constitución de 1805, elevó al rango de la magna carta su interesante decreto: Todos los ciudadanos de Haití son negros, porque negro quiere decir hombre amante de la libertad.
Podríamos detenernos en la historia constitucional de Haití por muchas otras razones de capital importancia, pero ese no es el tema de esta entrada en el blog. Lo relevante es que las distinciones y categorías de blanqueamiento son una de las más tenaces herencias del desgraciado legado de la esclavitud, factor que ha entorpecido la unidad revolucionaria de nuestros pueblos desde entonces. En la Cuba revolucionaria quedó eliminado y en la Venezuela bolivariana se está eliminando. Pero no olvidemos, por un momento, que la mentalidad esclavista persiste también respecto de los indoamericanos, los pueblos originarios, desde Alaska a Tierra del Fuego. En Bolivia, la “media luna” teme a la reivindicación de los indígenas aún más que a la redistribución de las tierras baldías en sus latifundios. El insulto preferido contra el presidente Evo Morales es, precisamente, “indio sucio”.
En lo personal, igual que ha sucedido a tantos otros boricuas, me ha hecho feliz el logro del Dr. Martínez Cruzado al comprobar que el ADN mitocondrial del 61.1% de nosotros es de origen indígena. La herencia africana ya la estaba celebrando desde niña, y otros legados - como el de la sangre libanesa que se extendió a finales del siglo 19, especialmente por el oeste de la Isla – han sido también fuente de regocijo y de revelaciones sobre varios “secretos de familia”.
Resulta evidente que la afirmación de nuestra hermosa etnicidad multicolor en el Caribe no se reduce a una simple celebración de nuestra abundante riqueza cultural. Es un imperativo político, un motor social, un generador de mejores condiciones subjetivas, indispensables para que alguna vez podamos, en verdad, superar las objetivas.
Respecto de lo que apunta Myriam sobre el hermano Obama, bueno... tendremos que actuar con especial buen juicio y claro discernimiento. Recordemos que los trabajadores puertorriqueños, especialmente los negros, se alinearon con el programa pro-estadidad del antiguo Partido Socialista por razones más que justificadas en el contexto político de la época. Al hermano Obama habrá que ayudarlo mucho para que llegue a comprender nuestras posiciones antimperialistas, para que no lo manipulen con reclamos de “igualdad” los jaivas estadoístas, capaces de tergiversar a conveniencia cualquier término. Han oído a Fortuño hablando de “nuestra patria”?
Un estudioso del Derecho Constitucional como Obama podrá entender que el federalismo no llegó a nuestras playas con los buques del general Miles. Llegó con la propuesta del General Valero a Bolívar para libertar a la Isla del imperio español y permitir su entrada a la federación de la Gran Colombia como el Estado de Boricua.
Más tarde, otra propuesta sería la más excelente y profética: la de la Federación ANTILLANA defendida por el Padre la Patria, Ramón Emeterio Betances, y por el Ciudadano de América, Eugenio María de Hostos.
Creo que al muy inteligente Barak le entusiasmaría conocer estas propuestas cargadas de futuro, así como el resto del pensamiento y obra de estos próceres que han sido, y siguen siendo, vanguardia del Hemisferio.
Sandra Rodríguez-Beauchamp
sarodgz@gmail.com
La negritud sera todo lo aqui expuesto, ya declare mi vision en articulo reciente: 'Porto Rico ll', en el eveing post. Ese es una reproduccion con algunas ilustraciones, en cinco partes con igual titulo respecto a la situacion agricola 1900-1920 desde la perspectiva de expertos de USA.
Nalgas paraditas= traseros tropicales o descomunales. Podriamos comenzar dejandonos de eufemismos. Bemba colora...Por eso soy fan de Fortunato i Guillen, Langston Hughes. De Pales no tanto. La poesia en esto lo escribe/dice todo. . En fin...
Desde mi emfoque/perspectiva acerrimamente antiacademica la abolicion es una pendejada que tuvo su momento, pero hay que rebasar esa dialectica academcico/social, pues existen 400 millones o mas de intocables en la India,que siguen siendo esclavos. Sin cadenas o carimbo, pero esclavos. Y ni hablar de millones de mujeres esclavas en lo Hebreo/Musulman/Hinduismo/Catolicismo, pariendo i obedeiciendo al macho.
Aqui naiden va a discutir en su raiz el problema racismo pues solo hay par de negros academicos que escriben esto o aquello, par de abogados, doctores i jueces.
Ademas en que foro tendrian los cojones de presentar el tema abiertamente en radio/la tele/prensa?
The rest play ball, baseball, basketball, track and field, i tocan musica i se acabo.
A mi me parece exagerada la importancia que quieren darle a la negritud o a la mezcla. Me gustan las negras, por sus traseros, aunque prefiero pectorales con proyeccion aunque de atras exista
un plano recto con o sin swing.
Asi que con esto me voy. No sin antes felicitarle. Es la unica con algun sentido, consistencia en su blog entre el concreto/asfalto insular. Claro lo mio es venir a joder, pero no soy tonto.
Aqui hay demasiado cat skinner scracthing each other backs, laughing at their own jokes without one dammed original thought.
Suerte i exito.
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